Es mucho más que colgarse una medalla
Argentina cayó 2-0 frente a Brasil en la final de la Copa América de Futsal Femenino que se disputó en el microestadio Malvinas Argentinas. Los goles fueron de Vanin y Amandinha y con este triunfo las brasileñas consiguieron su séptima copa (de ocho disputadas).
El marco del partido fue como pedía la jugada, cerca de las 14 horas cuando comenzó el primer partido de la jornada, por el quinto lugar de la tabla, las entradas ya estaban agotadas y dos horas antes de que comience el partido el estadio estaba repleto. Más de cinco mil personas se acercaron a alentar a la selección en su tercera oportunidad en una final de Copa América, la primera de local.
Si existía un panorama en el que la selección le disputara la punta a la máxima potencia del continente era ese. Llegaron trabajando su fútbol de menos a más y supieron regalarle a la gente un partido de poner el máximo de cada una para alcanzar el objetivo. Fue difícil para las jugadoras poder poner paños fríos a todo lo vivido en la última semana apenas terminó el partido, pero lograron que la gente se identifique con el equipo y se enorgullezca.
La señal, o el momento preciso que condensó eso fue precisamente el pitazo final. No hubo tiempo de lamentarse, la tribuna se vino abajo: "Olé olé olé, cada día te quiero, soy argentino no puedo parar" incansablemente hasta lograr que las jugadoras levanten la cabeza y guarden ese recuerdo de una Copa histórica para nuestro futsal femenino.
El director técnico del seleccionado nacional, Nicolás Noriega, fue claro en conferencia de prensa: "¿Cómo les explico ahora a las jugadoras que yo estoy convencido de que se van a cansar de ganar torneos?" y argumentó que exceptuando algunos casos, las jugadoras argentinas todavía son amateurs y recién comienzan a irse a Europa para poder dedicarse al fútbol. Al lado de él estaba "Becha", la capitana, triste por la derrota pero feliz de haber cumplido el sueño de su vida que era jugar en su casa.
¿Se entiende? irse afuera a ser profesional, para soñar con jugar en casa. Es difícil ponerse a la altura de ese amor por la camiseta. En Argentina el fútbol es el deporte de nuestra vida, queremos la copa y queremos estar en lo más alto, pero sería injusto descuidar el análisis de que eso no es producto solamente de lo que pase adentro de la cancha durante el partido. El deporte necesita gestión y el futsal femenino viene exigiéndola, con la pelota en los pies.
La Copa América, que se realiza cada dos años, llevaba cuatro sin jugarse producto de la pandemia. Durante ese tiempo la selección no tuvo otras instancias de competencia, de alto vuelo, para prepararse para un momento único como el que se vivió. Otro reclamo que apareció en boca de las jugadoras fue el pedido explícito a la FIFA para que, de una vez por todas, organice la Copa Mundial de Futsal Femenino ¿Por qué no?. Si hacía falta demostrar que estos equipos están a la altura de eso, el Malvinas lleno, alentando a la selección quedará expuesto ante el mundo como una prueba irrefutable.
Cuando las jugadoras recibieron la medalla de subcampeonas, el público presente hizo sentir su agradecimiento por el torneo realizado. Algunas, lejos de sacarse la medalla y sentirla con peso, le dieron un beso o se la dedicaron a la gente que estaba presente. En esas experiencias vividas radica el valor enorme de haber conseguido estar a la altura de un momento histórico del fútbol femenino.
Había miles de niñas presentes que juegan al futsal y tuvieron la oportunidad de estar cerca de sus referentes, jugadoras que al mismo tiempo crecieron sin ver a otras en su disciplina y hoy son el ejemplo para las demás. Quedó latente la posibilidad de soñar con vestir la celeste y blanca algún día y defender los colores en un torneo internacional. Aunque sea difícil verlo minutos después del partido, es un regalo de las jugadoras para todas aquellas que tienen la oportunidad ahora, porque "lo que no se ve no existe" y van a seguir esos pasos en el futuro. Ni el fútbol es solo correr, gambetear y meter goles, ni dejar al país en lo más alto es sólo levantar la copa, en esta final estuvo el ejemplo de un equipo dispuesto a pelear por un lugar para el futsal femenino (y exigiendo a las dirigencias que acompañen) y eso pasó de cara a un estadio repleto de gente.